En algún momento de nuestra existencia hemos sentido que todo lo que nos
rodea ha perdido sentido, que los colores no brillan como antes, que lo que nos
generaba alegría o placer ya no logra el mismo impacto.
Y es en ese mismo instante cuando llega la interrogante: ¿Que me pasa? Todo
me hiede y nada me huele. ¿Porque me hiede la vida? Es la misma pregunta la que
trae luz, la que dice que algo muy feo está ocurriendo en el interior.
Esa luz está indicando que no se debe seguir haciendo lo mismo, es momento
de hacer un alto y repasar todo lo que se ha venido haciendo en los últimos
días, semanas y hasta años. Cada revisión nos contara una historia, veremos un evento,
un acontecimiento que nos encerró en una cárcel de monotonía, en la rutina.
Se ha dejado de ser, se le ha entregado el poder de decidir: a un hijo, a
la pareja, a la familia, al trabajo, a la insatisfacción y ahora esa brutal
decisión está pasando factura. Que alto precio se debe pagar cuando se deja de
cuidar el ser interior, de amarlo, de protegerlo, de recompensarlo.
Se puede pensar que ha este plano terrenal se vino sin un propósito, sin
una orden, pero no es lo cierto. Cada ser humano debe tratar de ser su mejor
versión, aprender, enseñar; recordar que es un extranjero y que debe apreciar
el paisaje, disfrutar el recorrido y buscar el conocimiento infinito para
volver más pleno a su lugar de origen.
Por:
Licenciado Francy Martínez
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@francymartinez5