En el
siglo XXI pareciera que está de moda el destape moral, emocional, físico y
cualquier otro destape que se puedan traer a colación. Es un grito audible
irracional que expresa anhelo de ocupar un lugar en la vida de algo o de
alguien.
Si bien
es cierto que las personas se ven unidas y que tienen la libertad de expresar
su sexualidad disfrazada de amor, no es menos cierto que si se pone en balanza
es solamente un intercambio de fluidos corporal. Es meramente ficticio el lazo
psicoafectivo que se exhibe en páginas sociales y revistas.
En el
afán por alcanzar los más altos estándares de aceptación y mendigar ser amado,
se está perdiendo el respeto a sí mismo. Llegar a la vulgaridad más extrema
para llamar la atención, someterse a las aberraciones sexuales por no estar
solo, saberse usado y no hacer nada por temor al rechazo es uno de los precios
que está pagando nuestra sociedad ¿Valdrá la pena esta liberación si hay que
sacrificar la misma dignidad humana?
Cada
persona decide si toma o deja algo y es a esta generación la que le tocara
decidir si terminara el siglo como lo ha comenzado.
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