Me
encontraba en una línea de un centro de telecomunicaciones en espera de ser
llamado para una reposición de número, cuando a mi espalda escuche una voz que
exclamo: ¡Dios que dolor tan fuerte de cabeza tengo!
Casi
involuntariamente gire y visualice quien expreso tal exclamación, era un hombre
joven, alto, bronceado, musculoso, vestido con uniforme militar. Su rostro lucia
cansado y su mirada sin vida, nuevamente gire asía el frente en espera de ser
llamado. Segundos de olvidarme de quien estaba detrás, volví a girarme, pero
esta vez de forma brusca, ya que fui empujado abruptamente asía delante, era el
mismo hombre, me pidió disculpa y todo volvió a la normalidad.
— ¿Por
qué cuando uno ama le hacen eso?— dijo él, me volví asía atrás y lo mire a la
cara preguntándole sin hablar el porqué de la pregunta. Su respuesta no se hizo
esperar. —Yo la amaba, la respetaba y la encontré con otro hombre, me fue
infiel y no la mate, no le hice nada, me salí de la casa ¡Me duele, estoy
sufriendo mucho! ¿Por qué siempre que uno ama le hacen eso? ¡Estoy mal, pero no
la mate!
—Eso
suele pasar muy seguido, lo importante es que no la mataste, sigues con tu vida
y se te pasara— conteste. Escuche que me llamaban para pasar a una de las
estaciones de servicio, no volví a mirar asía atrás.
Cuando
encendí mi ordenador ya en la quietud de la noche, este hecho me llego a la
mente, aquel desconocido me recordó algo grande, y es la importancia del
dominio propio; todavía recuerdo su voz que me dice: Me fue infiel pero no la
mate.
Por: Licenciado Francy Martínez
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