Psicológicamente se habla con
mucha frecuencia de las diferencias individuales, diversidades de géneros y
originalidad, términos que muchos terminan malversándole; el hecho de que un
individuo sea diferente no queda exonerado de pertenecer a una familia, un
centro educativo, un grupo, una comunidad, un gobierno, una ciudad, un país.
Es decir que es un ente social,
le guste o no, y como ente social las decisiones y comportamientos que asuma
van a afectar directa o indirectamente su entorno. Casi todos hemos pronunciado
a lo largo de nuestra existencia la expresión: “déjame vivir mi vida, no es tu
problema como la vivo”.
Pero; si esto fuera cierto,
entonces cada individuo tendría que vivir en una montaña aislado de su especie,
entonces no existiría la familia y si no existiera la familia no existirían
hombres y mujeres con la capacidad de aparearse y engendrar otros de su misma
especie.
El hecho de que en un momento
seamos capaces de producir para suplir todas nuestras necesidades no no da
derecho de arruinar nuestra vida y la vida de lo que nos rodean. Antes de
aventurarnos a vivir la vida, debemos sopesar eliminar daños a terceros y
entonces, así y solo así la podremos vivir.
Por:
Licenciado Francy Martínez
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@francymartinez5
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