No es lo mismo atacar que ser
atacado, no es lo mismo llamar al diablo que verlo llegar y si esto es cierto
no es menos real que experimentar injusticia, sin sabores en carne propia se
siente diferente.
El dar salida fácil o hablar a la
ligera de una situación ajena resulta bastante liviano o se ejecuta con mucha
ligereza sin tan siquiera sopesar que no todos los individuos cuentan con las
mismas herramientas o capacidad mental, emocional para salir de algunos
procesos.
Es obvio que no todas las
personas están dotadas para aconsejar, guiar o instruir a otros aunque todos
podemos ayudar y no es que exista contradicción en el enunciado. Por lo tanto
sino contamos con una palabra de fortaleza o que haga algún efecto sanador
sobre el prójimo lo mejor es utilizar un abrazo o un apretón de manos y estarás
diciendo mucho. Una escena que observe recientemente
me llevo a escudriñar un poco este fenómeno.
Liliana fue a visitar a su amigo
Esteban al hospital, después de hacer los saludos ordinarios hablaron del estado de salud de él. Debes
cuidarte Esteban, escuche que han muerto decenas de personas, los cuales
presentaron tu mismo cuadro clínico, dijo Liliana con una sonrisa entre
cortada, se despidió y salio de la habitación hospitalaria.
Esteban quedo sin palabras y más
triste que antes de la visita. Sino tenemos nada alentador que decir, usemos el
silencio y con el estamos diciendo estoy contigo.
Por:
Licenciado Francy Martínez
licenciadofrancy@facebook.com
licenciadofrancy@gmail.com
@francymartinez5
No hay comentarios:
Publicar un comentario